Es grande la inmensidad del Bosque, pero más imponente la bóveda celeste que resguarda el misterio del macrocosmos observándonos mientras asábamos bombones en la leña encendida con tantas dificultades.
Fuego azul, y una luciérnaga palpitando alrededor. Nunca he visto tantas estrellas tan imponentes, tan bien organizadas, tan blancas.
A menos cuatro grados centígrados y con las narices congeladas. Una sonrisa me broto al saberme tan pequeño, tan lejano de esas explosiones…Zempoala es el mejor lugar para el insomnio aventurero.
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