13/06/2009

Actuarias conmigo?






Para la siguiente obra del día, se tenía ya pensado once sonidos aleatorios. El Sonido detrás de la pared, viajando por toda la casa, “escribiendo en la ventanas sobre el vaho” se le nombraba al otro; el sonido de los dedos patinando sobre la delgada capa de aliento.
Otro sonido era el borrado de una tipografía infantil, el sonido del padre que no tiene una certidumbre política era el otro y aquel eran alternativas a un calcetín, se dividía pues en mallas rotas, medias rasgadas y pantimedias olfateándose después de hacer el amor.
Por último el sonido de un amigo despidiéndose de una madre atenta, al penúltimo sonido: siempre en todo instante tu violín tocando las mañanitas.

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